La historia de la olla podrida se remonta a la España medieval, específicamente a la región de Castilla. Se cree que su origen está ligado a los campesinos y trabajadores que preparaban este guiso como una comida que les proporcionara energía para toda la jornada laboral. El término «olla podrida» podría derivar del latín «olla podrida» o «olla poderida», que hace referencia a una olla potente o poderosa, llena de ingredientes variados.

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